miércoles, 23 de noviembre de 2011

La nueva era global y el despertar del Gran Dragón

Hace un poco más de 30 años inició una nueva era mundial. Como menciono en el artículo anterior La doctrina Keynes y la instauración de la política del dinero, es a partir del inicio de la década de los ochentas que se alinea lo que sería el inicio del neoliberalismo como doctrina política y la doctrina keynesiana como marco teórico económico. En 1978 asciende al poder Deng Xiaoping y en 1979 comienza el control militar de las periferias chinas, incluido Vietnam y Nepal. Con Xiaoping se inicia el meteórico ascenso de China como superpotencia mundial. Su estrategia era simple: descentralizar el poder y regionalizarlo. A partir de su ascenso al poder China comienza una serie de reformas económicas y políticas dentro y fuera del partido popular de lo que lo más rescatable es la visión integradora del político. Conocedor de las diferentes regiones del inmenso territorio que conforma la China continental, y familiarizado con las políticas económicas de Taiwán y de Hong Kong, comienza a realizar pequeños experimentos de desarrollo económico regional. La política china no difiere mucho de la americana: darle cierta autonomía a cada estado o región, explotando al máximo su potencial particular, con una peculiaridad: una distribución triangular en vecindad con países de interés geopolítico y económico para China. Así el triángulo con Hong Kong y Taiwán, el triángulo del delta del río Tumen y otros más que son hoy en día territorios de crecimiento y desarrollo industrial enorme y que involucran a países como Vietnam, la dos Coreas, Mongolia, Rusia o Singapur.
Las reformas que realizó Deng Xiaoping también eran sencillas, un gobierno comunista en su estructura política –a diferencia de la estructura política neoliberal que adoptan los países occidentales en desarrollo y periféricos– y una estructura económica expansiva colonial. Existe una diferencia entre la doctrina keynesiana y la reforma china –igual que su sucede con la revolución islámica de Irán– que es fundamentalmente ideológica: los intereses que sostienen. Mientras que los países desarrollados del occidente buscaban proporcionar un medio de cultivo adecuado para los corporativos que sostenían los intereses políticos; los iraníes sustentaban su desarrollo en una ideología musulmana y de un gobierno divino; y los chinos obedecían a un apetito imperial. El gran error de la política norteamericana es haber sacrificado su liderazgo imperial geopolítico para instaurar un liderazgo imperial geoeconómico. Los principios fundamentales con los que se constituyó ese magnífico país fueron suplantados por el interés corporativo y la influencia económicas de las grandes multinacionales. Aun cuando el Estado busca definir la generación de la demanda, no la hace bajo un interés de Estado sino bajo la presión un pequeño grupo de poder. El problema no es que haya un grupo de poder detrás de toda acción estadista sino que esa acción tenga como objetivo únicamente la satisfacción de ese grupo poderoso que se rige por el sentido del dinero. Toda nación esconde detrás de su maquinaria sociopolítica los intereses de unos cuantos, pero aun en ese pequeño grupo que controla al Estado existe una ideología. En el caso de EUA es el capitalismo; en el caso de Irán es el islamismo; y en el caso de China es el imperialismo y el poder del Partido. Sobra decir que la complejidad del Partido Comunista Chino está sustentada en un principio fundamental que es el culto a la personalidad. Detrás de la compleja arquitectura del partido comunista siempre ha estado un personaje que refleja la naturaleza del poder de la estructura política china, desde Mao Zedong hasta el actual presidente Hu Jintao. Cobijado en las oscuridades de la telaraña burocrática partidista quizá, pero siempre ahí, como símbolo de los atributos políticos del país.
Las diferencias fundamentales entre la doctrina keynesiana que rige los países occidentales y la doctrina comunista que rige a China hacen que, aun cuando sus políticas económicas sean similares, exista una ventaja estratégica para China en relación a su acción global: a diferencia del dólar, un personaje siempre podrá ser sustituido. En ese sentido el partido es indestructible. Lo mismo sucede con Irán: no se puede destruir una religión con argumentos económicos.
Resulta interesante intentar comprender los motivos de Deng Xiaoping parar propulsar reformas que en apariencia van en contra de la doctrina comunista de Lennin. El tiempo le ha dado la razón a Xiaoping y, mientras la URSS desapareció dejando apenas huella de su corta estancia dentro del mundo como doctrina comunista, China actualmente es la potencia fundamental de la economía global: su poder se extiende más allá de la zona asiática hasta un control financiero tácito sobre la política monetaria americana. China es el principal acreedor de la deuda de EUA y su soberanía parece inviolable. Ha logrado consolidar el poder el partido comunista sin las amenazas que han sufrido otros Estados como el ruso o el iraní. Su poder represor mantiene una China dominada y cohesionada mientras que su poder económico hace y deshace a lo largo del mundo. La diferencia con EUA es que mientras ésta está al borde del colapso monetario y de la inestabilidad social, China puede fácilmente prescindir de la doctrina keynesiana para mantener su estabilidad política y social.

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